EL HUBBLE FOTOGRAFÍA UNO DE LOS "FAROS DEL UNIVERSO".
Esta galaxia espiral situada a 150 millones de años luz de la Vía Láctea brilla de forma inusual gracias a un curioso y extraño fenómeno
Miguel Gilarte Fernández
La galaxia NGC 5793 es muy peculiar dentro del selectivo grupo de galaxias activas, también denominadas galaxias Seyfert, objetos cuyo núcleo es tan brillante que puede eclipsar al resto de la galaxia, normalmente espiral. Por ello, en algunas ocasiones, los astrónomos no pueden contemplar con claridad el resto de la galaxia salvo su propio núcleo.
El hecho de que galaxias como NGC 5793 tengan un núcleo tan brillante es debido a la existencia de un agujero negro supermasivo, que engulle a nebulosas, planetas y estrellas y que continuamente emite radiación visible e invisible en todas direcciones, de ahí el brillo tan extraordinario del núcleo, normalmente la caída de objetos nebulosos al interior de los agujeros negros hace que estos emitan radiaciones en el ultravioleta o rayos X, invisibles para el ojo humano. Estos agujeros negros pueden tener una masa de 1.000.000.000 de veces la solar. Este tipo de galaxias son como faros en el Universo, pues incrementan la luz normal de una galaxia en decenas, cientos o hasta mil veces.
NGC 5793 es una galaxia espiral situada a 150 millones de años luz de la Vía Láctea, visible con potentes telescopios en la constelación de Libra. Se trata de una galaxia débil en brillo, pues solo alcanza la 13,5 magnitud. Si no fuera por la luz que emite de su núcleo, solo sería observable con los mayores telescopios. Apenas es mayor de 1 minuto de arco en el cielo (1,7Žx 0,6Ž), lo que la hace también una galaxia aparentemente muy pequeña en el firmamento.
Pero esta galaxia, que presenta una gran franja oscura que parece partirla por la mitad, debido al polvo y el gas que se acumulan de forma masiva en los brazos espirales, es motivo de estudios astronómicos por otro curioso y extraño fenómeno que algunas galaxias producen, y en especial NGC 5793.
Se trata de los máseres (amplificador de microondas por la emisión estimulada de radiación). Los láseres (amplificación de la luz mediante emisión estimulada de radiación) son amplificaciones de la luz, por lo que se hacen visibles al ojo humano, mientras que los máseres son una amplificación de la radiación electromagnética de microondas, con lo cual, no se hacen visibles a simple vista y son detectados no por instrumentos ópticos, sino por radiotelescopios. La única diferencia entre un máser y un láser es la longitud de onda de la radiación, que es amplificada.
Esta ampliación de la radiación de microondas se produce en atmósferas planetarias o estelares, cometas, nubes moleculares, en estrellas moribundas o en los alrededores de agujeros negros, por una serie de condiciones que se presentan en el medio interestelar. Para que se produzca un máser, o supermáser como los que se observan en la galaxia NGC 5793, se deben dar dos condiciones inicialmente, una que exista gas suficiente para que sus moléculas puedan ampliar la radiación y además debe existir una importantísima fuente de energía.
Los máseres que se dan más en astronomía son los producidos por el radical hidróxilo, el monóxido de silicio, el metanol y el agua.
Gracias a los máseres, las señales que percibimos como muy débiles de la galaxia NGC 5793 se amplifican, dejando abierto el estudio del medio que rodea a ese máser y localizando perfectamente el acontecimiento que está teniendo lugar en un determinado lugar de la galaxia, en este caso una galaxia muy distante.
Este “truco” de detectar lo invisible fue teorizado por Albert Einstein en 1917. El físico norteamericano Charles Townes crea el primer máser artificial en 1953, descubrimiento por el que fue premio Nobel en 1964. El primer máser astronómico fue detectado en 1965. En la galaxia NGC 5793 se han detectado másares miles de veces más brillantes que el Sol. Agunos provienen de lugares donde nacen las estrellas.
Asociación Astronómica de España