CÚMULOS EN MOVIMIENTO
Miguel Gilarte
Se denominan así a los cúmulos o grupos estelares cuyos componentes se mueven en una misma dirección y procedentes todos ellos de un mismo punto u origen. Es cierto que todos los cúmulos abiertos se desplazan con respecto al Sol, pero los más cercanos a éste contienen estrellas aparentemente muy separadas y en algunos casos diseminadas por todo el cielo. Si medimos las velocidades de todos sus componentes, así como su dirección y retrocedemos en el tiempo, comprobaremos que todos ellos convergen en un mismo punto distante de su posición actual.
Gracias a estos estudios ha sido posible descubrir que la mayor parte de las estrellas brillantes que configuran la constelación de la Osa Mayor ( UMa ) pertenecen al mismo cúmulo, tan cercano hoy día al Sol que nadie diría que es un cúmulo por su tamaño desmesurado en apariencia.
El cúmulo de la Osa Mayor también se denomina Cr 285. Las coordenadas se centran en el punto de 12h 03m + 58º, es decir, al NW de la estrella d UMa. El diámetro aparente es de 1.400’ de arco. La magnitud conjunta visual es de 0,4 convirtiéndolo en el cúmulo más brillante de todos lo catalogados. Su centro se localiza a una distancia de 75 años-luz. El número de estrellas no se conoce con exactitud, pero debe ser pobre.
En el dibujo, se aprecia la figura que dibujan las estrellas de la constelación de la Osa Mayor y el movimiento que siguen en el cielo. Casi todas hacia una misma dirección. Las lineas rojas indican la figura de la Osa Mayor, las flechas negras la dirección que siguen en el cielo las estrellas principales.
Si sabemos la distancia que nos separa de este “ gran cúmulo “ que es de 75 años-luz, podemos imaginar que el Sol está muy próximo a él, tanto que permanece en las zonas periféricas, pues el diámetro lineal ( real ) del cúmulo es de menos de 100 años-luz. Es por lo tanto el cúmulo abierto más cercano al Sol y por ello lo vemos tan disperso.
De las siete estrellas que componen el carro de la Osa Mayor, sólo a y h no pertenecen al cúmulo. Pero nuestra mirada no sólo debe dirigirse a la Osa, pues estrellas tan lejanas en apariencia a esta constelación como a de la Corona Boreal ( la Perla ) o a del Can Mayor ( Sirio ) son componentes del cúmulo de la Osa.
Nos podemos dar cuenta ahora de que el Sol está casi inmerso en el cúmulo. Pero si en estos momentos no lo está, lo estará dentro de algún tiempo, ya que las estrellas del cúmulo se dirigen hacia nuestra posición y el Sol lo atravesará, invirtiendo un tiempo de diez millones de años. Supuestos observadores de otras estrellas lejanas, contemplarán un reducido cúmulo abierto de estrellas azules y blancas ( ya que el espectro conjunto es el A0 ) y una estrella intrusa amarilla, que será el Sol.
Se pensó que tal vez el Sol pudiera pertenecer al cúmulo de la Osa como otra estrella más, pero se ha calculado la velocidad del conglomerado en unos 14 km/s en dirección hacia el Sol. Esto nos lleva a una evidencia, y es que si el Sol fuera un miembro más, su velocidad con respecto a las estrellas del cúmulo debería ser cero o próxima a la del reposo, es decir, inmóvil con respecto a ellas.
Lo cierto, es que dentro de algunos millones de años, la Osa Mayor aparecerá desfigurada en el otro extremo del cielo con respecto a la posición que ocupa ahora.
Si retrocedemos en el tiempo y seguimos a la inversa la dirección de las estrellas de la Osa, éstas convergen en un punto localizado en la constelación del Lince. Entonces era un cúmulo en apariencia pequeño y muy distante del Sol. Si ahora prolongamos en el tiempo la dirección que siguen las estrellas del cúmulo de la Osa, descubriremos que se perderán hacia la pequeña y austral constelación del Microscopio.
Este es el ejemplo más claro que los astrónomos conocen de cúmulo en movimiento, y es que realmente somos espectadores de primera fila del tránsito del cúmulo abierto por las proximidades inmediatas del Sol. La pena es que “ la película “ que vemos, se proyecta a cámara lenta; demasiado lenta para los ojos de la efímera vida humana. Desde otras estrellas y otras perspectivas, otros supuestos observadores verán al Sol dentro del cúmulo de la Osa, conociendo que esa estrella amarilla y anónima está de paso por el cúmulo. Así pues, no es el Sol una estrella tan solitaria como pensamos.
Otro cúmulo en movimiento que hemos observado en innumerables ocasiones a simple vista, es el de las Hyades ( también Híades ), visible en la constelación del Toro ( Taurus - Tau ), que con su característica forma de “ V “ representa los cuernos de este animal.
La estrella más brillante y anaranjada que se contempla en uno de los extremos de la V, es Aldebarán ( a Tau ), situada en el ojo del Toro. Su diámetro es 40 veces superior al solar y es 120 veces más luminosa; de espectro K5, varía entre las magnitudes 0,78 y 0,93 con una temperatura superficial de 3.500º C, situada a 68 años-luz y alejándose a una velocidad de 55 km/s. A pesar de todo, Aldebarán no es un miembro del cúmulo y se encuentra mucho más cerca del Sol que el cúmulo que parece rodearla.
Las coordenadas celestes de las Hyades se centran en 04h 27m + 16º. Con un diámetro de 330’ y una magnitud visual conjunta de 0,5. Tiene un espectro global de A2 y una antigüedad de 660.000.000 de años. Lo componen más de 350 estrellas repartidas por una superficie total de 60 a 65 años-luz, aunque la mitad de las estrellas se reúnen en un área de menos de 20 años-luz alrededor del baricentro.
El movimiento de las Hyades es inverso al del cúmulo de la Osa, en el sentido de que se alejan de nosotros a una velocidad de 43 km/s. Se calcula que hace unos 80.000 años, las Hyades pasaron cerca del Sol y a unos 55 años-luz de éste. Pero continúan progresando en el cielo hacia las lejanías y dentro de 65.000.000 de años se habrá reducido al tamaño de la Luna llena ( a unos 30 minutos de arco ) y sus estrellas más brillantes serán de la 10ª magnitud. Entonces no habrá que buscarlo en la constelación de Taurus, sino al E y en las inmediatas proximidades de la estrella Betelgueze de Orión.
Unos cúmulos vienen y otros se marchan y nosotros permanecemos como espectadores del Cosmos, que se presenta en pleno movimiento.
No todas las estrellas de las Hyades ( también llamada “ corriente del Toro “ ), se presentan en este espacio, sino que otros componentes se encuentran diseminados por otros lugares del cielo. Las Hyades es un cúmulo veloz y lo es por su proximidad, pero además y gracias a ello, es referencia fundamental en astronomía para tomar otras medidas galácticas y extragalácticas, puesto que conocemos con exactitud su distancia al Sol y desde aquí nos podemos lanzar a descubrir objetos similares mucho más distantes. Si cualquier día se descubriera que nuestros cálculos están equivocados con respecto a las Hyades, habría que revisar las dimensiones de la Galaxia, la distancia a otras estrellas, a otras galaxias y posiblemente la edad del Universo.
Digamos que la distancia a las Hyades se ha determinado exactamente por trigonometría, cuyas premisas fundamentales parten del punto de convergencia o de divergencia del cúmulo, la velocidad radial y el movimiento propio de las estrellas.
La velocidad radial, es la velocidad en km/s de una estrella que se acerca o se aleja de nosotros en la misma línea visual. Parecerá que la estrella por la distancia que nos separa de ella, no se mueve y la única forma de detectar el movimiento es mediante el efecto Doppler de las líneas espectrales.
El movimiento propio se mide desde una perspectiva angular, es decir, en grados y subdivisiones de éste y por siglo. Este movimiento es detectado en todas las estrellas que no se desplazan exactamente en la línea de la visual, sino en un cierto ángulo con respecto a ésta, por ello detectamos el movimiento aparente en el cielo aunque no la dirección verdadera.
El movimiento real se deduce entre la velocidad radial y el movimiento propio y sabremos exactamente la velocidad de la estrella y el punto a donde va.
Si conocemos la distancia exacta de las estrellas de la corriente del Toro, podemos lanzarnos a espacios más profundos con esta referencia. Sólo basta buscar cefeidas entre ellas y luego buscar en la distancia y si éstas aparecen más débiles, es porque están más lejos y entonces aplicaremos el método del período-luminosidad. También lo podemos hacer por tipos espectrales, es decir, conociendo la luminosidad y el tipo espectral de las estrellas de la Hyades y si observamos estrellas del mismo tipo más débiles, es porque están más lejos, así que sólo hace falta hacer simples cálculos para hallar la distancia. Sabemos que la luz pierde el doble de intensidad con el cuadrado de la distancia. Si tenemos dos estrellas que brillen de forma idéntica y alejanos a una de ellas al doble de distancia, su brillo mermará por cuatro ( 2²= 4 ).
Para finalizar citamos a una última corriente estelar, concretamente la corriente de Perseo ( Perseus - Per ), visible como una nebulosidad alrededor de la estrella a Per, también llamada Algenib. Esta estrella brilla con una magnitud de 1,8 y es en realidad una supergigante blanco amarillenta de espectro F5, además de doble óptica ( la compañera está a 167”, con A.p. de 196º y es de la 11,8 magnitud ), no obstante sufre ligeras variaciones en su magnitud, provocadas al parecer por una estrella compañera muy próxima. Su luminosidad es de 4.000 soles y dista 570 años-luz. Pero como en el caso de las Hyades con Aldebarán, Algenib, no pertenece al cúmulo en movimiento, ya que éste está algo más próximo, concretamente a 554 años-luz.
Las coordenadas del cúmulo se centran en posición de 03h 22m + 49º, con 185’ de diámetro. Contiene al menos 50 estrellas, con una magnitud visual conjunta de 1,2. Su antigüedad es de sólo 51.000.000 y se acerca a nosotros a una velocidad de 2 km/s.
Existen otros cúmulos en movimiento, pero cada vez están más alejados y es difícil conocer con precisión de dónde vienen y a dónde se dirigen, debido al pequeño movimiento aparente que presentan en el cielo.
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