LA AMENAZA VIENE DEL ESPACIO

ASTEROIDES

La amenaza contra la Tierra

Miguel Gilarte

El caos del inicio

Hace más de 4.500 millones de años, cuando el Sistema Solar se estaba formando, todo era un caos. Millones de rocas de todos los tamaños (asteroides) que no consiguieron agruparse para formar planetas impactaban continuamente contra los planetas de nuestro Sistema. Por aquél entonces, el Sistema Solar debía contar con varias decenas de planetas, pero fruto de aquellos impactos, el número de planetas se vio reducido a los actuales ocho mundos.

Planetas enteros debieron ser reducidos a escombros tras las colisiones. Hoy día observamos lo que quedó de aquél Sistema Solar; son los supervivientes de una catástrofe cósmica difícil de imaginar, que debe repetirse en cualquier otro lugar del Universo cuando se produce la formación de un nuevo sistema solar.

La lluvia intensa de rocas, duró millones de años. Algunos planetas desaparecieron, pero aún otros, muestran sus cicatrices. No hay que ir muy lejos para ver lo que aconteció en aquella época. Nuestra Luna es un superviviente. Pero curiosamente, la Luna es fruto de un impacto de colosal dimensión, que recibió la Tierra.
Nuestro planeta chocó con un objeto del tamaño de Marte, es decir, la mitad que el nuestro. La gran mayoría de aquellos restos que saltaron en todas direcciones, se pusieron a orbitar la Tierra, uniéndose tras millones de años y formando la Luna, un objeto celeste fundido, como gran parte de la Tierra tras el impacto.

La Luna siguió recibiendo importantes bombardeos de rocas, que hoy día son visibles incluso con unos pequeños prismáticos. Esas cicatrices, que llamamos cráteres es la evidencia más notable de tan accidentado nacimiento.

Pero no solamente la Luna contiene millones de cráteres, sino todos los mundos del Sistema Solar, exceptuando los planetas gigantes y gaseosos: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, cuyas superficies no son sólidas como los planetas más cercanos al Sol: Mercurio, Venus, Tierra y Marte.

Todos los planetas, recibieron al comienzo del Sistema Solar lluvias intensas, todos sin excepción, por lo que tenemos que incluir a la Tierra, el mayor de los planetas rocosos. Los mundos que siguen muertos desde aquél inicio, como la Luna y Mercurio, recuerdan la catástrofe. Otros mundos como Venus, la Tierra o Marte, han sabido esconder sus cicatrices o borrar gran parte de ellas mediante sus agentes geológicos: vientos, agua, movimientos tectónicos, volcanes, etc.

Con el paso de los millones de años, desde el nacimiento de los planetas, algunos de ellos, como los nombrados, se rodearon de una atmósfera, que servía y sigue sirviendo como escudo protector. Todos los días intentan entrar en la Tierra miles de kilos de rocas procedentes del espacio, pero el 99 por ciento se funden en la atmósfera al entrar en ella a kilómetros por segundo. Un gran escudo que desde hace millones de años nos protege, nuestra atmósfera. Por suerte, casi todas las rocas que intentan entrar son de escasas dimensiones, la mayoría, no mayor que un garbanzo. Estos pequeños objetos interplanetarios, son los que producen las estrellas fugaces, que en ocasiones son verdaderos espectáculos, como el 12 de agosto; la lluvia de estrellas fugaces denominada “Perseidas”.

Aquellos restos en forma de rocas de todos los tamaños del inicio del Sistema Solar, y a medida que pasaba el tiempo, iba mermando en número y así lo ha seguido haciendo hasta nuestros días. No obstante, seguimos recibiendo en ocasiones la visita de asteroides, de rocas de decenas o cientos de metros, que en ocasiones y por proximidad a la Tierra nos dejan sin aliento.

Pero tenemos que recordar, que un impacto de un asteroide contra la Tierra, es poco probable.

Primero porque el número de estos objetos es considerablemente inferior al pasado y porque la Tierra es un objeto muy pequeño en nuestro Sistema Solar y su fuerza de gravedad no es suficientemente potente como para atraer a muchos de los asteroides que pasan “próximos a la Tierra”.

Júpiter sin embargo, que es un planeta en el que caben 1.000 de los nuestros, es un gran limpiador del Sistema Solar (también lo es el Sol). La potentísima fuerza de gravedad de Júpiter, atrapa en ocasiones asteroides de gran diámetro. Tuvimos ocasión de observar el impacto del cometa P/Shoemaker-Levy 9 contra el gigante planeta en 1994, una roca helada que se partió antes de caer con no menos de 21 fragmentos de unos 2 Km. de diámetro que hubieran hecho que la vida en la Tierra hubiera tenido pocas posibilidades de salir adelante. Júpiter hizo por aquellas fechas, que la Tierra tuviera un peligro menos.

 

El panorama actual

A pesar de todo ello, el Sistema Solar actual, cuenta con decenas de miles de asteroides, cuyos tamaños oscilan desde los 1.000 Km. de Ceres hasta los 50 metros. La inmensa mayoría de ellos, se localizan en órbitas estables alrededor del Sol, como el Cinturón principal de asteroides, ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, y en el que ya se han descubierto varias decenas de miles, tal vez todos estos asteroides sean el resultado de un planeta que no llegó a formarse, en un lugar prohibido debido a la fuerza gravitatoria del Sol y Júpiter.

Aunque el número de asteroides en este cinturón es muy elevado, si se unieran todos, probablemente el objeto que se formara, sería menor que nuestra Luna. Pero no representan peligro para la Tierra.

En la órbita de Júpiter y a 60 grados tanto por delante como por detrás del planeta y teniendo como referencia al Sol, se pueden ver varios cientos de asteroides repartidos en 2 grupos; son los Troyanos. Y tampoco representan peligro alguno para la Tierra. Otro cinturón notable y de más reciente descubrimiento es el cinturón de Kuiper, localizado en las proximidades de la órbita de Plutón, pero estos asteroides lejanos, con órbitas concretas y bien establecidas, no representan peligro para la Tierra.

 

¿Dónde está el peligro?

El peligro está en aquellos asteroides que no tienen órbitas estables, que pueden ser modificadas por la aproximación a cualquier planeta por el efecto gravitatorio y enviarlo o otro lugar del Sistema Solar o a impactar o aproximarse peligrosamente a otro mundo. Júpiter y Saturno son dos planetas que modifican muchas órbitas de asteroides y cometas enviándolos a cualquier punto del Sistema Solar.

Otros asteroides son completamente desconocidos para nosotros y sólo podemos verlos, calcular su masa, órbita y otros parámetros, cuando se encuentran a escasa distancia de la Tierra. Por suerte, los telescopios, cada vez mayores, pueden ver más lejos y captar antes la imagen de estos pequeños objetos.

El peligro también radica en aquellos asteroides cuyas órbitas se internan en la órbita de la Tierra, y existen varios grupos:

Los asteroides Amor: son aquellos cuyas órbitas se internan en el cinturón principal de asteroides y cruzan la órbita de Marte, no tocando la órbita terrestre.
Los asteroides Apolo: son aquellos cuyas órbitas se internan en el cinturón principal de asteroides y cruzan la órbita de Marte y la Tierra.
Los asteroides Atenas: son aquellos cuyas órbitas están en el interior de la órbita de Marte y cruzan la órbita de la Tierra siendo muy parecida a la de nuestro planeta en ocasiones, se aproximan a la órbita de Venus.

 

Cráteres de grandes dimensiones

Casi todos los planetas y sus satélites, tienen cráteres de dimensiones colosales:

Mercurio cuenta con uno de los mayores cráteres de impactos de todo el Sistema Solar; se denomina Caloris Planitia, alcanzando los 1.300 Km. de diámetro, un hoyo mucho mayor que España.

 

Mercurio

La Luna es un mundo como Mercurio acribillado de cráteres y merece especial atención el Mare Imbrium, un mar lleno de lava producto de un impacto meteórico que abrió una cuenca de más de 1.100 Km. de diámetro, visible a simple vista desde la Tierra. Aún mayor es el Océano Procellarum.

 

La Luna.

La Tierra, en nuestro planeta existen muchos cráteres, pero muchos menos de los que debiera debido al efecto protector de nuestra atmósfera que quema y desintegra la mayor parte de las piedras procedentes del espacio. Pero aún quedan cráteres gigantes, aunque no se aprecian con claridad pues algunos de ellos han sido colmados de agua y ahora son lagos. Otros han sido tapados por la espesa vegetación de nuestros bosques.

 

La Tierra. Imagen Nasa.

Marte tiene una depresión o cráter denominado Hellas Planitia de 1.500 Km. de diámetro y que probablemente, hace cientos de millones de años, fuera un enorme lago lleno de agua, uno de los lagos más grandes de nuestro Sistema Solar.

Fobos es un pequeño satélite de Marte, un objeto irregular en forma de patata y que seguramente es un asteroide capturado por Marte, que dentro de algunos millones de años caerá a la superficie marciana y que provocará uno de los mayores cráteres del Sistema Solar.

 

Marte. Imagen Telescopio Espacial Hubble, Nasa.



Fobos tiene 28 Km. en su eje mayor, pero se hace palpable en su superficie el cráter Stickney de 10 Km. de diámetro, aunque podría parecer pequeño en comparación con los enormes cráteres de la Luna o Mercurio, este cráter es desproporcionado para las medidas generales del satélites, de hecho, el impacto pudo destruir a Fobos y se observan muchas estrías que provienen del cráter y se extienden por casi toda la superficie de Fobos, posiblemente grietas profundas debido a tal impacto. Es pues un sobreviviente, otros no tuvieron esa suerte.

Los anillos de Saturno, fruto de una colisión. Probablemente los hermosos anillos de Saturno, fueron creados por la desintegración de un satélite que se encontró con un asteroide. Hoy vemos el resultado en forma de miles de finos anillos formados por millones de rocas y de hielo de escaso tamaño, desde arena a rocas de pocos metros.

Calisto, es uno de 4 grandes satélites de Júpiter, con 4.800 Km. de diámetro (sólo 80 Km. menos que Mercurio, éste con 4.480 Km. de diámetro). En el mismo ecuador de Calisto, se divisa una estructura concéntrica de múltiples anillos, y de dimensiones descomunales. Se le ha bautizado como formación Valhalla, con unos escalofriantes 2.600 Km. de diámetro. Hasta ahora es la cicatriz planetaria mayor.

Mimas, una luna de Saturno con 420 Km. de diámetro, con un destacado cráter cuyo nombre es Herschel, de 130 Km. de diámetro, lo que supone 1/3 del diámetro total del satélite. Desproporcionado. El impacto profundizó 10 Km. bajo el suelo de Mimas y las paredes del mismo, se elevan 5 Km. con respecto a la zona circundante del impacto. Otro sobreviviente del Sistema Solar.

Tetis, es otro pequeño satélite de Saturno, de 1.060 Km. de diámetro, que alberga el cráter Odysseus de 450 Km. de diámetro, esto es casi la mitad del diámetro del Satélite. Es el mayor cráter que existe en el Sistema Solar en relación al diámetro del objeto que lo alberga.

Miranda, una singular luna de Urano, cuyo diámetro es de 562 Km. No es singular por tener cráteres notables, sino porque seguramente fue destruida por un impacto de un asteroide, pero sus restos que se disiparon en todas direcciones, no se alejaron lo suficiente como para hacer frente a la fuerza de la gravedad y escapar. Al poco tiempo del impacto, todos los residuos volvieron a unirse, dando lugar a una caótica luna, como si de un puzzle no terminado se tratara, enormes valles, grietas, fallas, cañones, escarpas, precipicios de Km. de profundidad y un terreno completamente irregular. Miranda estalló, pero se volvió a formar y sus restos, ya no encajaron correctamente.

 

Los dinosaurios fueron testigos del encuentro con un asteroide

Hace 65 millones de años, un asteroide de unos 10 Km. de diámetro se encontró con la Tierra. Nuestra atmósfera apenas pudo hacer nada. Pero a la velocidad con la que entró, se calentó tanto por la fricción, que antes de tocar suelo, quemó bosques y animales a decenas de kilómetros a la redonda.

Cuando cayó, se abrió un cráter que se ha encontrado en la península del Yucatán en México en el Puerto de Chicxuluby que tiene 160 Km. de diámetro, denominado

Chicxulub y no se descarta la posibilidad de la existencia de otro cráter en las proximidades de 400 Km. de diámetro denominado Izamal. Pero el impacto no fue lo peor, lo peor estaba por llegar.

Desde el inmenso cráter comenzó a escapar una columna de humo y cenizas que alcanzó gran altura y comenzó a rodear la Tierra. El Sol apenas se veía con tal espesa niebla.

Esta situación, pudo durar meses o tal vez años. La temperatura bajó mucho, las plantas comenzaron a morir sin la luz solar al no poder realizarse con efectividad la fotosíntesis. Un caos para los dinosaurios que murieron de frío y de hambre al romperse la cadena alimenticia. Pero no todos. Es posible que gracias a este impacto, (no el único, hace unos 250 millones de años aconteció otro siniestro impacto de mucha mayor magnitud, cuyo cráter de impacto parece haberse encontrado en Australia) los mamíferos, al verse reducida casi por completo la población de los terribles lagartos que dominaron el planeta durante varios cientos de millones de años, aprovecharan para expandirse por todo el planeta. El hombre desciende de los primeros mamíferos.

 

Riesgos en el futuro

Han pasado más de 4.500 millones de años desde la formación del Sistema Solar. El peligro de colisión de la Tierra con un asteroide ha bajado mucho a medida que pasa el tiempo, al existir menor número de objetos viajando entre los planetas. De hecho, el último y mayor impacto contra la Tierra como comentamos en el apartado anterior, se produjo hace 65 millones de años. Intentar averiguar cada cuánto tiempo choca un asteroide contra la Tierra, es imposible, pues es algo arbitrario.

A medida que los telescopios son más potentes y eficaces, se descubren nuevos asteroides, en ocasiones de algunos cientos de metros y a distancias de menos de 7,5 millones de Km. de la Tierra, recordemos que la Luna está a unos 400.000 Km. 7,5 millones de Km. es la distancia considerada como de seguridad gravitatoria. A menor distancia, la Tierra puede ejercer influencia gravitatoria sobre el objeto, aunque depende de la masa del mismo, de la velocidad y la trayectoria. La influencia gravitatoria terrestre, puede hacer variar la órbita del objeto, haciéndola mayor o menor o cerrándola entorno a nuestro planeta.

Una última y peor posibilidad sería que dicha órbita fuera transformada en una órbita de impacto hacia la Tierra, como hizo Júpiter con el cometa de 1994. El cambio a una órbita muy cerrada podría provocar un impacto directo. Pero tenemos que recordar que la Tierra es un objeto pequeño, con un poder gravitatorio muy limitado

 

Evitar las colisiones

Actualmente existen programas para la detección de asteroides cercanos a la Tierra mayores de 1 Km., que podrían provocar daños a nivel planetario, es el caso de Spaceguard Survey programa que ha localizado a más de la mitad de estos objetos (NEAs, asteroides cercanos a la Tierra). El programa calcula que para 2008, se habrá llegado a descubrir el 90 por ciento de estos asteroides.

 

En la actualidad, no existe ningún asteroide, cuya órbita nos haga temer un impacto contra la Tierra. De todas formas, se están estudiando programas para que en el caso de peligro de colisión, el asteroide pueda ser desviado de su trayectoria de impacto.
Estos programas son de una importancia vital. Una guerra nuclear a gran escala o el impacto de un asteroide, podrían poner en jaque a nuestra civilización.

Tarde o temprano, algún asteroide se aproximará lo suficiente a la Tierra como para ponernos a prueba y entonces, debemos estar preparados.

Los grandes telescopios, buscadores de asteroides y la tecnología espacial, son un gran alivio para nuestra civilización. Son los primeros tiempos, que la Tierra cuenta con inquilinos capaces de defenderse contra peligros del exterior.

 

Consecuencias de un impacto de un asteroide contra la Tierra

Diámetro del asteroide: 80 m. Consecuencia: destrucción de una ciudad
Diámetro del asteroide: 350 m. Consecuencia: destrucción de grandes regiones
Diámetro del asteroide: 700 m. Consecuencia: destrucción de un país
Diámetro del asteroide: 1.700 m. Consecuencia: destrucción de un continente
Diámetro del asteroide: 3 Km. en adelante. Consecuencia: destrucción a nivel planetario

 

Asteroides próximos a la Tierra

El asteroide 1998 WT24 pasó a la mínima distancia de la Tierra el 16 de diciembre de 2001, a 5 veces la separación entre la Tierra y la Luna. Su órbita ha sido modifica por la acción gravitatoria de Júpiter, Marte y la Tierra. Ahora su órbita se aproxima más al Sol que Mercurio llegando como punto más distante a poco más allá de la órbita de la Tierra.

El 19 de junio de 2004 se descubre el asteroide 99942 Apofis de la familia de asteroide Atenas, cruza la órbita de la Tierra 2 veces en los 323 días que emplea en girar alrededor del Sol. Es una roca de 320 m de diámetro y 46 millones de toneladas.

El asteroide Tautatis descubierto en 1989 mide 4.6 x 1,92 x 2,29 kilómetros pasó a 4 veces la distancia que nos separa de la Luna en el año 2004. Este asteroide cruza la órbita de la Tierra cada 3 años y 11 meses.

El asteroide 2006 WH 1 ha sido descubierto recientemente por los doctores Reiner Stoss y José Luis Ortiz, del Observatorio de Mallorca y de Sierra Nevada respectivamente.

Se trata de un asteroide de 300 m de diámetro que pasará el 27 de diciembre de 2006 a 5 millones de Km. de la Tierra. Se sigue estudiando la órbita y sus consecuencias futuras.

Muchos asteroides más, han pasado a menor distancia de la Tierra, algunos han sido detectados cuando prácticamente lo teníamos en su punto de máximo acercamiento, pero quizás lo más inquietante son aquellos que pasaron sin ser detectados...